Una imagen a través del tiempo
Cartagena en los inicios del siglo XVIII, es una ciudad próspera y floreciente; su economía y su demografía experimentan una recuperación sin precedentes superando con enorme éxito la crisis del XVIII. La ciudad crecía y se transformaba, se realizan en estos momentos las grandes empresas militares –el Arsenal, Capitanía, el Hospital Militar, entre otros-, ello llevó consigo la modificación del espacio urbano, y a la vez una gran afluencia de personas que se afincan en la ciudad atraídas por la prosperidad de la zona.
El XVIII será un siglo donde el espíritu religioso se viva intensamente, hay un continuo ir y venir de celebraciones religiosas y de formación de cofradías pasionarias, estamos pues asistiendo a la “época dorada” en donde el fervor religioso influye de una manera decisiva en el pueblo. Estas condiciones tan extraordinarias en las que vive Cartagena serán beneficiosas para la sociedad influyendo también en sus manifestaciones artísticas. Es en estos momentos cuando nace la Cofradía de Nuestro Padre Jesús en el Doloroso Paso del Prendimiento, la cual contribuirá de manera sin igual en la configuración de las procesiones cartageneras. Dicha hermandad hará que en los días de Pasión la ciudad viva una gran transformación, convirtiéndose en un inmenso templo. Es, en este espacio sacralizado donde desfilarán magníficas obras de arte.
El barroco encuentra su mayor acomodo en la escultura, en donde se interpretan todos los sentimientos; ello, acompañado de la suntuosidad dieciochesca propia del momento, conseguiría efectos que no escaparían a los ojos del espectador. La imagen debe de conseguir en unos instantes transmitir y despertar los sentimientos más profundos del ser humano. El barroco concibe la imagen desde diversos puntos de vista, pues el marco donde va a ser contemplada es la calle, y es allí y sólo allí donde cobra vida propia.
Las cofradías religiosas se convertirán ahora en los grandes patronos, gracias a ellas aflorarán encargos religiosos de una indiscutible categoría.
Francisco Salzillo Alcaraz (1707-1783) pertenece al grupo de escultores nacidos en pleno siglo XVIII que desarrollan en su arte el último eslabón de la plástica barroca. Salzillo culminará con un enorme éxito el estilo barroco. Las relaciones con el escultor murciano por parte de la Cofradía del Prendimiento se establecen en el año 1750 con la llegada a la hermandad de la Virgen del Primer Dolor, no es de extrañar que fuera una Dolorosa la primera imagen que hiciera para la hermandad encarnada, pues en el arte religios del barroco adquiere un enorme desarrollo el culto a la Virgen que llegará a igualarse a la de Cristo.
Como bien dice el profesor Hernández Albaladejo, Salzillo se convertirá en “el creador de la pasión california”; las relaciones con el escultor continuarán hasta 1773, cuando realiza el magnífico grupo de la Conversión de la Samaritana.
Según el miembro de la Real Academia de la Historia Vargas Ponce, cabría la posibilidad de que existiera una imagen titular de esta agrupación sanjuanista anterior a la esculpida por Salzillo, ésta sería obra de un maestro de escultura del Real Arsenal de Cartagena, Juan Pascual, conocido como el “escultor de la mona” el cual realizó varios trabajos para la Cofradía California. Sea como fuere, lo que sí parece ciertoes que fue el cofrade Juan Sicilia o Zezilia, mayordomo de ésta cofradía, quien costeó la primera imagen del discípulo amado.
Así pues, nos encontramos ante la primera obra de la que tenemos constancia a través de documentación fotográfica, y no es otra que la realizada por el ingeniero murciano Francisco Salzillo y Alcaraz. La talla, coma ya hemos mencionado, será donada por el mayordomo Sicilia, cofrade del Prendimiento, quien la encargó para ser procesionada el Miércoles Santo según reza en el primer Libro de Cabildos de la Hermandad de N. P. Jesús en el paso del Prendimiento con fecha 7 de Abril de 1751. Las negociaciones al parecer se realizaron a través de un escultor de Orihuela con residencia en estos momentos en Cartagena, José Ganga Santacruz, con el cual tenía una gran amistad el cofrade Sicilia. La imagen se encarga en 1751 procesionando el Miércoles Santo del año siguiente, y según Vargas Ponce la ubicación del paso de San Juan Evangelista sería detrás del Prendimiento.
La obra realizada por Salzillo era de vestir, correspondiendo a lo habitual en la Cofradía del Prendimiento, impronta que todavía sigue siendo acusada en los cofrades encarnados. Las imágenes de vestir son algo muy español que se generaliza en los últimos años del reinado de los Austrias. La preferencia a las efigies “de devanadera” no es otra que, a través de sus ropas, cabía más el lucimiento de su piedad.
Salzillo fue fiel a la iconografía de Juan, en Occidente siempre se le representaba joven e imberbe, ya que es el discípulo más joven, el “parthenios” (el virginal); de ahí el que la talla reciba una impronta de frescura juvenil; aunque la representación de imágenes adolescentes solían ser una iconografía bastante inusual en el imaginero. Para los profesores Belda Navarro y Hernández Albaladejo, “el tratamiento del tema adolescente por parte de Francisco Salcillo es muy peculiar y significativo”.
El hecho de ser una imagen de vestir, hace que Salzillo concentre todo su arte en cabeza, manos y pies. El rostro de Juan no puede ser más perfecto y dulce, en su mano lleva la palma –símbolo mariano-, pues la palma se la entrega la Virgen a Juan en su lecho de muerte para así espantar a los demonios, la otra mano señala con fuerza el camino por donde llevan a crucificar al Salvador.
No es de extrañar que la primera imagen de San Juan luciera también en su vestuario diseño de Salzillo, ya que el artista concebía la imagen contando ya con sus ropas, a veces hasta él mismo daba los patrones, e incluso daba instrucciones de su colocación y plegado.
La contienda civil acabó con gran parte del patrimonio de toda índole cartagenero, el cofrade no iba a correr menos suerte. Así, ese fatídico 25 de Julio de 1936, las grandes obras escultóricas de la Cofradía California sufrieron las consecuencias de la “sinrazón y la barbarie”.
Después de éste episodio tan lastimoso. La Agrupación junto con toda la cofradía, tuvo que actuar rápidamente si se quería contar con ella para el desfile de la Semana Santa venidera de 1940. Así pues, en Cabildo de Mesa celebrado el 27 de Septiembre de 1939, y presidido por el Hermano Mayor D. Juan Moreno Rebollo, se acuerda “la urgente necesidad de gestionar todo lo que sea necesario para poder sacar nuestra procesión el próximo año”. El Mayordomo José Derquí-López Cuervo, a la sazón Presidente de la Agrupación de San Juan, regala a la Cofradía una imagen de San Juan, obra de Benito Barbero Medina (1900-1987), imaginero granadino nacido en Almuñécar, quien se desplaza a la Ciudad Departamental para hacer entrega de la obra. Ello sucedía un 14 de Marzo de 1940, la imagen formaría parte del cortejo californio de dicho año.
El reto que se habían impuesto los cofrades se había cumplido. De todos los desfiles pasionales cartageneros y muy particularmente de la procesión de Miércoles Santo se hacía eco la prensa, así deja constancia de ello el Mayordomo D. Francisco Linares Bufort en el Cabildo celebrado el 1 de Mayo de 1940.
Los cofrades californios no quedaron muy satisfechos con la talla realizada por Barbero; una imagen de vestir que en la actualidad ha sido restaurada y se venera en la iglesia parroquial de Sucina. La obra fue sustituida en 1941 por una nueva imagen realizada por Francisco Sánchez Araciel (1851-1918). Este artista murciano es un continuador de la obra de Francisco Salzillo, cabe señalar que su labor como imaginero estaría marcada por la restauración de imágenes del insigne escultor del barroco murciano. El nuevo San Juan Evangelista fue titular de la desaparecida Cofradía infantil de San Juan; hermandad que se crea en 1910 y que perdurará hasta 1923. (…) Los hermanos sanjuanistas la procesionaron desde 1941 hasta 1946, cuando fue sustituida por la actual de Mariano Benlliure. En la actualidad la imagen continúa expuesta al culto en la Parroquia del Barrio de Los Dolores. Los sanjuanistas, en recuerdo de los años que la procesionaron, le regalaron en el año 2004 una túnica de terciopelo bordada en oro.
Es obvio, como hemos podido comprobar hasta el momento, que desde la destrucción de la imagen de Salzillo, los hermanos sanjuanistas no encontraran un titular a su gusto. Irremediablemente siempre iban a surgir las comparaciones con la talla destruida en la Guerra Civil; no solo va a ser un problema para la Agrupación de San Juan, sino que se va a generalizar en toda la Cofradía California. La sombra de Salzillo estaría presente siempre, y todavía lo sigue estando en la hermandad encarnada, eran imágenes insustituibles. No va a ser éste el caso de la Cofradía Marraja, puesto que el patrimonio destruido en guerra había sido renovado pocos años antes por el gran escultor José Capuz. Como es lógico, los cofrades marrajos recurren al mismo escultor para ejecutar de nuevo las imágenes.
Será Mariano Benlliure y Gil (1862-1947) el encargado de renovar la Cofradía California. Este escultor valenciano con taller en Madrid contaba en su haber con un número de obras sorprendentes y era el escultor de moda de la aristocracia. En la última fase de su vida le van a aflorar encargos religiosos. De esta manera comienza a trabajar para numerosas cofradías de Semana Santa repartidas por toda la geografía española, ya que a la mayoría de ellas les habían arrebatado su patrimonio en el transcurso de la Guerra Civil; Zamora, Valladolid, Madrid, Málaga, Jaén, Salamanca, Crevillente, entre otras, se van a ver beneficiadas al contar con obras de éste insigne escultor.
En 1941, Benlliure viene a Cartagena para hacer entrega del Cristo de la Fe para la Iglesia del Carmen, obra que encargaría y donaría la Comisión Pro Imágenes en los Frentes de Combate, en honor de los marinos caídos en la Cruzada. El promotor de todo ello fue el comandante farmacéutico de la Armada, D. Leopoldo López. Comienza así el contacto del escultor con los cartageneros.
El Marqués de Fuente del Sol, D. José de la Figuera y Calín, por entonces Hermano Mayor de la Cofradía de N.P. Jesús en el Doloroso Paso del Prendimiento (Californios), no tarda en establecer relaciones con el escultor y será en ésta visita cuando el Marqués aproveche la ocasión para hacerle entrega de la medalla y el título de mayordomo honorario de la citada Cofradía, todo ello sucedía el día 26 de Marzo de 1941. Al día siguiente los periódicos locales se hacían eco de la noticia y daban información de toda la visita de Benlliure a la ciudad y del elogio que había realizado a las tallas de los Cuatro Santos cartageneros, de su siempre admirado Salzillo, al que no se cansaría de evocar como uno de los grandes escultores junto con Mena, Montañés o Gregorio Fernández.
Comienzan a partir de ahora los encargos a Mariano Benlliure por parte de la Cofradía. No fue nada fácil para el Hermano Mayor convencer a los cofrades de la decisión tomado por su parte, pues en estos momentos existían en la Cofradía dos posturas enfrentadas. Una, la de hacer imágenes réplica de las anteriores, y otra, partidaria de renovar el patrimonio escultórico de la hermandad. Así pues, el escultor valenciano comienza a trabajar para la Cofradía realizando la obra del titular de la hermandad, el Stmo. Cristo del Prendimiento, que sustituirá al que realizara el escultor ciezano Juan Carrilo. La imagen llega a Cartagena en 1942, procesionando esa misma Semana Santa. (…)
En Cabildo de Mesa celebrado el 2 de Junio de 1945, el Hermano Mayor da cuenta “de sus gestiones realizadas con el escultor D. Mariano Benlliure para llegar a un acuerdo en la ejecución del grupo escultórico del Ósculo dando lectura a las condiciones y demás detalles de las imágenes, y en cuanto al precio, a pesar de que el valor de dicho grupo e incluida la cabeza de San Juan (espera conseguir también pies y manos) es de cien mil pesetas, la Cofradía solo pagará de ellas, 63.500 Ptas., pues el resto no debe preocupar a nuestra Cofradía”. En ese mismo Cabildo el Mayordomo D. Juan Alesson da las gracias al Hermano Mayor por sus gestiones y por la cantidad restante que se comprende deja a su cargo, pidiendo conste en acta el agradecimiento de nuestra Cofradía a lo que se une por unanimidad el cabildo. Es, en este mismo Cabildo donde se faculta al Hermano Mayor para que contrate con el escultor la ejecución de las expresadas imágenes del Ósculo y cabeza de San Juan bajo el precio y condiciones que considere más ventajosas para esta Hermandad.
EL 5 de Diciembre de 1945, en Cabildo de Mesa, el Hermano Mayor da cuenta de cómo van las imágenes, ya que a su paso por Madrid pudo apreciar el estado de las mismas. El 28 de Febrero de 1946, a las once de la noche, llegan a Cartagena procedentes de Madrid las imágenes del Ósculo y del San Juan, siendo expuestas en los locales de la Cofradía California ubicados por aquel entonces en la Calle Mayor.
No tuvo que ser nada fácil para Benlliure realizar una imagen a la que le iban a surgir comparaciones con la tan añorada de Salzillo. Benlliure tuvo total libertad a la hora de ejecutar la obra.
La imagen del San Juan tiene una fuerza interior que se aleja mucho de la dulzura y el aire fresco y juvenil que marcaba la obra de Salzillo. La figura, que es de vestir, concentra en el rostro todo el sentimiento que, como ya le había comentado el escultor al Marqués de Fuente del Sol “debía llevar la imagen”.
La talla es una de las más logradas por el artista valenciano. La obra tiene un inconfundible realismo que va unida a reminiscencias clásicas, no hay que olvidar los años pasados en Italia, en donde Mariano Banlliure va a adquirir unas nuevas técnicas que influyen decisivamente en su formación artística. La imagen del Evangelista es equilibrada y serena; hay una belleza natural en su rostro que brota del interior mismo de la escultura. Mirada penetrante y firme que llevan al espectador a sentirse plenamente identificado con la imagen, compartiendo también con ella el camino de la amargura.
Realmente, la belleza del San Juan no escapa de rasgos apolíneos. Su cabellera que es corta –todo lo contrario que la de Salzillo- hace esculpir al completo la cabeza, lo que le da ese aspecto varonil. El tratamiento dado a la cabellera por parte de Benlliure es muy clásico, nos recuerda a la estatuaria renacentista italiana; así encontramos semejanza con algunas obras de Donatello o al mismo Miguel Ángel, en la magnífica obra del David. La imagen tiene un lenguaje claro, sin presunciones, y de fácil comprensión.
La postura de la mano cambia también en la obra de Benlliure; aquí señala a la Virgen el camino de la amargura. Algo que lo diferencia de la obra realizada por Salzillo en 1751; ésta presentaba el dedo índice señalando el cielo, mostrando así la divinidad del Salvador.
Esta belleza incomparable del discípulo amado alcanza su máximo esplendor en la calle. La imagen, que parece emerger del incomparable retablo ambulante donde es mecido cada noche de Martes y Miércoles Santo, cobra esa vida que sin duda alguna quiso darle Mariano Benlliure.